sábado, 12 de marzo de 2016

Historias de un espantapajaros.

CAPITULO 3
EXILIO

En el campamento solian haber unos pocos sabios de la naturaleza, como los nombrabamos.
Algunos guardianes vigilaban la entrada y salida de la estación, por lo demas no les importava ya que correr en cualquier otra dirreccion era inutil, ya que lo demas era montanya y el mundo exterior.
Más de uno solo podia aspirar a llegar a la ciudad, una vez alli delante de las grandes murallas, unos cuantos guardianes se reirian del autoexiliado, y si la cosa iba a mayores, el individuo podia verse con unos cuantos disparos sin previo aviso en cualquier parte del cuerpo.

En las pequeñas tiendas se solia enseñaba aquello a lo que la sociedad no le importaba una mierda, a parte del negocio, poder y riquezas, nos inculcaban unas ideas más realistas sobre el mundo, dirigidos a ser comerciantos de bajo nivel, cazadores de  ratas de nuestro barrio y con suerte alguno aspiraba a trabajar en fabricas o en los pequeños invernaderos de la baja zona.
La verdad es que aquel ambiente no me desagradaba, muchas veces pensaba la forma de poder cambiar las cosas, pensando siempre que habia una idea capaz de cambiar el mundo. 

- Sofia. -conteste antes de que el doctor abandonase la celda.
- Bonito nombre. - dijo con un tono comico abandonando por completo la estancia.

¨no le hagais nada, no le pongais un dedo encima... porfavor...¨

El peor día de todos sin duda fue cuando recibi la amenza del gobierno, el unico momento donde hubo un contacto directo con la gran parte de la ciudad.
El guardian fue rapido y conciso;
- Ten cuidado! - Dijo apuntandome con una pistola en la cabeza en mi portal.
Pocos segundos despues bajo el arma dibujando una sonrisa diabolica en su rosto, de superioridad, de poder ante aquella situación.
- El gobierno te avisa, de que no puedes hacercarte a esa putita de Sofia, mantente alejado, y no olvides que el precio que pagaras por incumplimiento es el exilio. A partir de hoy tu vigilancia pasara a ser mas estricta y a la minima sospecha que tengamos, yo y mis amigos no dudaremos en divertirnos contigo. Entendido? - Pregunto finalizando con otra risa.
El portazo sono a dos calles de alli, no tuve tiempo ni a asentir, los pies estaban paralizados mientras el resto del cuerpo no dejaba de tiritar de miedo.
La noche fue triste, al menos bajo las sabanas me sentia mas comodo, por otra parte me preguntaba que le habria pasado a Sofia, que pensaria, que estaria haciendo.
Los siguientes días fueron silenciosos, no recibia mensajes de ella, y tampoco iba a enviar en aquella situación un mensaje. Los abrazos de cada mañana cesaron, las miradas en las tiendas de los sabios, dejaron de fluir y  del serlo todo pasamos a ser la nada.
Las palabras y los jestos pasaron a ser caros, la vigilancia paso a ser real, en cada rincon, en cada momento , no tenia un respiro.
La tensión se podia sentir, cualquier movimiento raro podia ser burla de unos cuantos guardianas deseosos de ver mi falsos movimiento para empezar su circo.

- Ese era otro tipo de exilio. - le dije al doctor el décimo tercer dia.
- Los dias pasaron, los meses, y llegue a olvidarla aun ella presente cada mañana. Los primeros dias fueron dificiles, pensaba que lo vivido con ella era un sueño. 
- El miedo te llego a penetrar tanto que decidistes olvidarla, hicistes bien. - dijo el Doctor N. mirando su libreta roja.
- Porqué doctor, porque no me exiliaron directamente? 
- El sistema y sus normas. - Contesto.










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